No hay lugar en la tierra donde la muerte no pueda encontrarnos,
por mucho que volvamos constantemente la cabeza
en todas direcciones como si nos halláramos en una tierra
extraña y sospechosa. [...] Si hubiese alguna manera de
resguardarse de los golpes de la muerte, no soy yo aquel que
no lo haría. [...] Pero es una locura pensar que se pueda
conseguir eso. [...]
Los hombres vienen y van, trotan y danzan, y de la
muerte ni una palabra. Todo muy bien. Sin embargo, cuando
llega la muerte, a ellos, a sus esposas, sus hijos, sus
amigos, y los sorprende desprevenidos, ¡qué tormentas de
pasión no los abruman entonces, qué llantos, qué furor, qué
desesperación! [...]
Para empezar a privar a la muerte de su mayor ventaja
sobre nosotros, adoptemos una actitud del todo opuesta a la
común; privemos a la muerte de su extrañeza, frecuentémosla,
acostumbrémonos a ella; no tengamos nada más presente
en nuestros pensamientos que la muerte. [...] No sabemos
dónde nos espera la muerte: así pues, esperémosla en todas
partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre
que ha aprendido a morir ha desaprendido a ser esclavo.
MONTAIGNE'
La muerte siempre nos acompaña, pero en todo momento evitamos verla o sentirla, lo cual, es extraño, dado que es como estar negándonos continuamente y dejamos de ser verdaderos, porque escondemos una parte nuestra tanto para nosotros mismos como para los demás.
Cuando era niño, recuerdo muy claramente el momento en que me hice consciente de que esta vida tiene un final. Era de noche, estaba en mi pieza, el pecho se me apretó hasta la garganta y me fui llorando al dormitorio de mis papás. No recuerdo lo que me dijeron, pero aún siento haberme dado cuenta de que ellos no lo tenían resuelto, porque sus palabras no hacían juego con sus energías, era un discurso pseudo-compartido, sacado de algún sermón de un domingo cualquiera, pero sin ninguna profunda convicción. Ciertamente en sus brazos dejé mi llanto, pero se me enquistó un miedo y el gran problema es que el miedo te paraliza, podría haber sido rabia, al no obtener una respuesta satisfactoria de mis padres, lo cual hubiera preferido, porque eso me habría movilizado a buscar una respuesta, a exigirla, pero fue miedo y ahí me quedé, en el oscuro silencio del miedo, inmóvil, estancado...
Durante muchos años, cada vez que la muerte se presentaba delante de mi, escapaba ocultándome en la religión, pero al final eso es sólo patear el "problema" para más adelante y no hacerse cargo de que una parte de mi, me pedía a gritos mi atención.
Recuerdo haber estado hospitalizado, varios años atrás, colgando de las últimas fibras del hilo de mi vida... pero no veo tristeza ni dolor ni angustia, sólo veo luz y paz... y siento que recién hoy estoy haciéndome consciente de esos días, del momento en que decidí seguir aquí, porque aún tenía algo que decir y mucho que aprender...
Pero antes de eso... llegó el momento, cuando mis hijos, mis grandes maestros, me pusieron la prueba más dura que he vivido, me pusieron de frente con la muerte, en un lugar donde no tenía escapatoria, porque los estaba perdiendo y yo me estaba muriendo con ellos y en ellos, pero desde el miedo, desde el dejarse llevar para evitar la responsabilidad de tomar una decisión, la decisión de hablarle a la muerte mirándola a los ojos.
Entonces ahí pude entender que la existencia trasciende este cuerpo y esta experiencia. El miedo a la muerte sólo no nos permite completar todos los aprendizajes que podríamos lograr. Y es ahí donde el ego nos juega una mala pasada. El ego es un gran vehículo de nuestro Ser en esta materialidad, pero cuando ve peligrar su poder, su dominio, se puede volver nuestro peor enemigo. El ego te alienta a conocerte, pero siempre que él te pueda controlar. Claro, sin ego sería imposible estar aquí y ahora, pero nuestra absoluta dependencia de él, no nos permite llegar a nuestro Ser iluminado, aquel Ser espiritual que es independiente de este cuerpo, que es libre del tiempo, conceptos creados por nuestra mente, basados en nuestro ego, para no alejarnos de sus dominios.
Entonces ahí pude entender que la existencia trasciende este cuerpo y esta experiencia. El miedo a la muerte sólo no nos permite completar todos los aprendizajes que podríamos lograr. Y es ahí donde el ego nos juega una mala pasada. El ego es un gran vehículo de nuestro Ser en esta materialidad, pero cuando ve peligrar su poder, su dominio, se puede volver nuestro peor enemigo. El ego te alienta a conocerte, pero siempre que él te pueda controlar. Claro, sin ego sería imposible estar aquí y ahora, pero nuestra absoluta dependencia de él, no nos permite llegar a nuestro Ser iluminado, aquel Ser espiritual que es independiente de este cuerpo, que es libre del tiempo, conceptos creados por nuestra mente, basados en nuestro ego, para no alejarnos de sus dominios.
Así que, por qué temerle a la muerte??? toda esta energía, toda esta experiencia, toda esta sabiduría... por qué limitarla ??? realmente tiene límites??? no lo creo, incluso me parece ilógico, verdad???
El círculo de la vida es infinito, lo vemos en cada momento, en todas partes...
El ir y venir entre opuestos, es una constante en el Universo y es el motor de la creación, pero ninguno es el principio ni el fin, son sólo estaciones en las cuales nos detenemos a observar, a comprender, a descubrir, a plantear nuevas interrogantes, a buscar nuevas direcciones... y seguir adelante... nada es permanente... yo no soy el mismo de ayer, ni tú eres el mismo de antes de sentarte frente al computador... lo ves???
El apego a esta vida nos vuelve finalmente esclavos de ella, dándole un exceso de importancia a lo que realmente no es relevante o no debiera serlo, por lo menos para nuestro Ser.
La muerte está inundada de ignorancia, porque en el vértigo de la vida "moderna" no nos damos el tiempo para conocerla, para aprender de ella, para hacerla nuestra y así librarnos finalmente del miedo a existir... sí, a existir, ese es el real miedo, encontrar nuestra razón de vivir antes de que el final nos alcance, de entender por qué estamos aquí, qué quiero aprender y en qué quiero colaborar para el aprendizaje de quienes me rodean.
Te invito a meditar en la muerte, deja que entre en ti y te recorra por cada rincón de tu cuerpo y de tu Ser, aprende a sentirla, a reconocerla, a bailar con ella, así muchas puertas se te abrirán y podrás volar libre otra vez...
(FE-2013)
El ir y venir entre opuestos, es una constante en el Universo y es el motor de la creación, pero ninguno es el principio ni el fin, son sólo estaciones en las cuales nos detenemos a observar, a comprender, a descubrir, a plantear nuevas interrogantes, a buscar nuevas direcciones... y seguir adelante... nada es permanente... yo no soy el mismo de ayer, ni tú eres el mismo de antes de sentarte frente al computador... lo ves???
El apego a esta vida nos vuelve finalmente esclavos de ella, dándole un exceso de importancia a lo que realmente no es relevante o no debiera serlo, por lo menos para nuestro Ser.
La muerte está inundada de ignorancia, porque en el vértigo de la vida "moderna" no nos damos el tiempo para conocerla, para aprender de ella, para hacerla nuestra y así librarnos finalmente del miedo a existir... sí, a existir, ese es el real miedo, encontrar nuestra razón de vivir antes de que el final nos alcance, de entender por qué estamos aquí, qué quiero aprender y en qué quiero colaborar para el aprendizaje de quienes me rodean.
Te invito a meditar en la muerte, deja que entre en ti y te recorra por cada rincón de tu cuerpo y de tu Ser, aprende a sentirla, a reconocerla, a bailar con ella, así muchas puertas se te abrirán y podrás volar libre otra vez...
(FE-2013)
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