Un mensaje cargado de formas inadecuadas puede llegar a opacar, e incluso ocultar, la esencia del mensaje, perdiéndose toda oportunidad y capacidad de transformación, de comunicación.
Es importante quitarle el ego a los mensajes, para que la contraposición de egos no genere incomodidad o rechazo al mensaje, por lo cual, finalmente, el mensaje no sea escuchado ni menos entendido o aceptado.
Es común ver que mensajes desde algún tipo de "Líder" (político, religioso o, simplemente, de opinión) estén llenos de ego (a distinto nivel) y, claro, desde la tribuna que tienen y que se les entrega, deben ser de esa forma, porque buscan generar movimientos, en esta experiencia material y en todos los agentes que se busca involucrar/movilizar. El problema está en que de la "comprensión", "entendimiento" o incluso "adoración" se cae fácilmente en la incomprensión, desilusión... rencor... pudiendo llegarse hasta estados y actos violentos contra aquel "Líder" y sus ideas tan aclamadas anteriormente (ejemplos sobran).
Por otra parte, se suele "mal" interpretar las formas desde el punto de vista "espiritual", donde se degrada la forma a su mínima expresión, pero aunque somos seres espirituales, también somos forma y esta forma es el reflejo de ese ser espiritual en desarrollo y crecimiento. La forma es su vehículo para trascender esta experiencia material, es el medio para la inclusión de nuevos aprendizajes, por lo cual no debemos descuidar nuestras formas o nos estaremos descuidando a nosotros mismos, a nuestra misma esencia.
A mayor gentileza y desapego en la forma del mensaje, más transparente se vuelve el menaje a nuestros egos y juicios, de modo que su esencia siempre entrará en contacto directo con nuestro ser, donde todas las dudas, "malos" entendidos, se disipan hasta extinguirse, porque el espacio de comunicación está a otro nivel de conciencia.
Namasté.
(FE-2013)
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