Las brisas del tiempo
van dejando caricias
en cada vacío oculto
en los senderos
que dibujan las lágrimas
al despertar
bajo una luna nueva
en el fulgor del silencio.
Cada suspiro
descansa en los brazos
de una danza solitaria
que inunda los latidos
donde se van guardando
los brillos de las sombras,
delicadas estrellas,
semillas de arcoíris.
Los cuerpos florecen
en cada espacio
donde sus horizontes
desnudan los sudores
en sutiles temblores,
descargas del alma,
mágico viaje espectral
a la ausencia de oscuridad.
(FE-2018)
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