Cada momento se esculpe de los más diversos colores que la experiencia nos puede regalar en los espacios de expansión de la vida.
Cada sufrimiento envuelve nuevos aprendizajes que sólo son visibles a los ojos dispuestos a descubrir la realidad tras la irreal certeza en lo invisible.
Cada alegría es un canto a la danza consciente del libre albedrío que nos lleva por los caminos trascendentes de la compasión.
Cada espacio se dibuja con nuestra co-creación del tiempo, aquella ancestral alquimia heredada del suspiro original en la búsqueda del reencuentro con el silencio.
(FE-2018)
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