La rabia inunda las calles,
el modelo oprime los sueños,
la globalización es un espejismo
que embriaga los sentidos,
encarcelando las libertades
tras las rejas del consumo.
La rabia es vehículo de cambio,
nuevas utopías se abren paso,
despertando las conciencias
de todos los seres vivos
en una danza colectiva ancestral,
unificadora y esperanzadora.
La rabia explota nuestras riquezas,
esas que la democracia mutiló
por políticos entregados
a la dictadura del capitalismo,
ese juego de los poderosos
y sus discursos moralistas.
La rabia nos hace protagonistas,
dejamos de ser espectadores
de un mundo que no nos satisface,
nos revelamos ante tantas
manipulaciones y conspiraciones,
el poder siempre ha sido del pueblo.
La rabia impulsa un nuevo orden,
donde las células se activan
en nuevos procesos colaborativos,
creando tejidos sociales innovadores
para la construcción de órganos
que conformen sistemas inclusivos.
La rabia está exigiendo justicia
donde verdad y dignidad
son los pilares de toda igualdad,
así se cerrarán los círculos:
como es arriba es abajo...
como es adentro es afuera...
(FE-2019)
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