En el descansar de los sentidos, las melodías de la respiración depuran los pensamientos, acciones creativas de cada célula del ser donde florecieron los pasos que se dieron en las veredas de estrellas lejanas, donde se abrieron las puertas de pirámides caídas bajo lunas celestes que conocían de destinos sin rumbos, detalles de suspiros esbosados en óleos de atardeceres en un mar de cuerpos fundidos al vacío.
Cada mensaje tiene un vector de intensiones, sólo referencia a un polo impermanente de cantos en el espacio entre el estar y el existir, miradas lanzadas en tonos menores, como queriendo anclar vibraciones de amplitudes que atraviesan las múltiples dimensiones de los pasos que se dieron en blanco, para recibir la avalancha de los colores donde desaparecieron las manos que sostuvieron soles de sistemas desempolvados en sueños desnudos.
En el despertar de los sentidos, los pensamientos siguen los pasos dados en la oscuridad para descubrir los testimonios de los exploradores de la luz, recuerdos tatuados en una noche estrellada por una exalación que brota desde nuestros poros, como un manto de vida y de muerte, abrigando las ilusiones que van acompañando los latidos, zurcos de la verdad en los viajes dentro de la arena de un reloj que quedó al destiempo de los pensamientos.
(FE-2021)
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